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Aspectos a tener en cuenta en una mudanza fiscal

La decisión de mudarse a las Islas Baleares suele estar impulsada por el deseo de disfrutar de su calidad de vida, su clima y su entorno privilegiado. Sin embargo, tras la emoción de la mudanza y la instalación en la nueva vivienda, los nuevos residentes, especialmente aquellos procedentes de países germanos, se enfrentan a una realidad inevitable: el primer año de residencia fiscal. Este periodo es crítico marca el inicio de una serie de obligaciones que, si no se gestionan con previsión, pueden convertir el sueño mediterráneo en una pesadilla burocrática.

El primer choque cultural es la rigidez del calendario español. Mientras que en países como Alemania el contribuyente puede disponer de hasta 20 meses para presentar su declaración de la renta, España no ofrece tal flexibilidad. Aquí los plazos son estrictos y no admiten prórrogas. Quien no presenta sus impuestos antes de la fecha límite entra automáticamente en mora, lo que conlleva recargos inmediatos. Esta diferencia fundamental hace que la planificación sea no solo recomendable, sino obligatoria para evitar sorpresas desagradables desde el primer momento.

El calendario fiscal para el nuevo residente comienza mucho antes de lo que la mayoría imagina, ya que tras las fiestas navideñas hay que presentar la declaración ETE al Banco de España. Antes del 20 de enero, aquellos residentes con un saldo exterior que supere el millón de euros deben presentar esta información estadística con los activos y los pasivos.

Apenas recuperados de este trámite, en marzo llega el turno del Modelo 720 y su nueva variante para criptomonedas, el Modelo 721. Históricamente, esta declaración de bienes en el extranjero ha sido fuente de angustia debido a un régimen sancionador que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligó a suavizar por considerarlo desproporcionado. Aunque las multas ya no son confiscatorias, los expertos insisten en que la falta de presentación o los errores en los datos, como la fecha exacta de apertura de cuentas bancarias antiguas, siguen siendo un riesgo real que requiere una meticulosa recopilación de documentos, a menudo difícil de conseguir con tan poca antelación.

Finalmente, la temporada culmina entre abril y junio con las declaraciones principales: el Impuesto sobre la Renta (IRPF) y el Impuesto sobre el Patrimonio. Es aquí donde cobra vital importancia el principio de autoliquidación vigente en España: Hacienda no envía un borrador ni avisa al contribuyente de que debe pagar; es la persona quien debe calcular y declarar proactivamente. Además, el intercambio de información internacional es cada vez más intenso y automático, por lo que confiar en que la administración «no se dará cuenta» de los activos en el extranjero es una estrategia destinada al fracaso.

Ante la complejidad de estos trámites y la severidad de los plazos, la improvisación no es una opción. Si este es su primer año como residente fiscal en Baleares, le recomendamos contactar inmediatamente con un asesor fiscal especialmente local pero con experiencia internacional especializado para revisar su situación patrimonial global antes de que finalice el año, asegurando así una transición tranquila y sin sobresaltos.

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